Consejos sexuales de Valérie Tasso

Vaginismo

El vaginismo, contrariamente a lo que muchas mujeres puedan creer, es una de las dificultades sexuales que mejor responde a la terapia sexológica. Básicamente, esta consiste en la progresiva adaptación de los músculos de la vagina, bajo la supervisión del terapeuta, y a través de dildos de diversos grosores, a una situación de penetración. Recordemos, ya que hemos mencionado el término “penetración,” que la realización del coito no es la única dificultad de la mujer que padece vaginismo; si acaso una de la menores, pues el impulso involuntario que ejercen los músculos responsables de la movilidad vaginal, que, por cierto, son muy poderosos, impiden, por ejemplo, que se pueda realizar una inspección ginecológica rutinaria o que se puedan usar tampones o copas menstruales y, en general, que el desarrollo de la sexualidad de la mujer se vea en cualquier caso dificultado.

descarga (1)Las causas de orden traumático que llevan al cuerpo de una mujer a manifestar ese involuntario gesto de rechazo no suelen ser para nosotros, los sexólogos, un motivo de la máxima prioridad, pues como decíamos al principio y por lo que nos demuestra nuestra experiencia clínica, el cuerpo es muy capaz de “aprender” que la introducción de algo en la vagina no es inequívocamente sinónimo de agresión. Es por ello que la adaptación progresiva y pausada, sin mayores exigencias a esa circunstancia que en principio rechaza, suele dar unos resultados óptimos y rápidos en el tratamiento de esta dificultad sexual.

Anorgasmia

En relación con la anorgasmia femenina, hay que tener una cosa muy clara desde el principio: la dificultad que pueda tener una mujer sexualmente madura para alcanzar el orgasmo no radica casi nunca en cuestiones derivadas de una alteración fisiológica, sino en el hecho de no haber conseguido permitir que su cuerpo reaccione de manera natural a la llegada del orgasmo. Esto es algo que a mucha gente le cuesta entender; la mujer debe aprender a permitirse un orgasmo. Para muchas mujeres, al contrario que para la mayoría de hombres, el orgasmo no es algo que se “dé” de manera natural cuando alcanzan una relativa o total madurez sexual. No es algo que acontece de una manera espontánea sino que es algo que, en el proceso de conformación de su sexualidad aprende (o no) a permitir que suceda. Ello es debido, sin duda, a factores culturales, pero también fisiológicos, pues la maquinaria del goce femenino es extraordinariamente más compleja y frágil (aunque posiblemente, y a la larga, mucho más satisfactoria y variada) que la de los varones.

Sabiendo esto, cuando nos encontramos en consulta con problemas de anorgasmia, lo primero que debemos evaluar es el tipo de anorgasmia que presenta nuestra paciente y valorar someramente su perfil. Mujeres con mucha necesidad de control (no olvidemos que el orgasmo es un breve pero grandísimo “descontrol” de orden existencial) o mujeres con temperamentos muy ansiosos (el primer orgasmo siempre requiere de una infinita paciencia y tranquilidad) o temperamentos melancólicos o “culpabilizadores” suelen estar en muchas ocasiones detrás de esta dificultad sexual.

Una vez tenemos encuadrado el marco que produce el bloqueo y la frecuencia con la que este se produce, solo se trata de “acompañar” a la paciente en su proceso de apertura, de permisibilidad, a la experiencia del orgasmo.

Decir, por último, que los juguetes sexuales, especialmente los destinados a la estimulación progresiva del clítoris, son nuestros mejores aliados externos en el tratamiento de estas dificultades.

La mejor forma de obtener un orgasmo es despreocuparse por tenerlo, y dejar de auto-observarse con pensamientos negativos alrededor de la propia sexualidad y del propio cuerpo (lo que Masters y Johnson denominaron “spectatoring”, anglicismo imposible de traducir). Este desdoblamiento de la persona (donde vive la experiencia sexual para observar [y probablemente evaluar] cómo la está representando) suele ser el peor enemigo de una interacción erótica plena.

Conclusión

En ambos casos, y sé que es más fácil decirlo que hacerlo, hay que desdramatizar estas dificultades sexuales y acudir a un sexólogo. La gran mayoría de las personas que sufre de vaginismo y/o de anorgasmia, tiene tendencia a pensar que nunca podrá tener una vida sexual “normal” (¿qué es la normalidad en cuestiones de sexualidad? Quizá, ese pensamiento también forma parte del “autosabotaje” de la paciente, de manera inconsciente).

Solemos darles demasiada solemnidad  a los problemas sexuales. Quitarse esta idea de la cabeza ya es un primer gran paso para ser receptiva a la terapia.

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